A 105 años de su muerte, María Amelia
Ferreira se convirtió en la "Niña Milagrosa" de Melo. Habitantes de
Cerro Largo y turistas le piden favores que ella cumple, según los regalos de
agradecimiento que los devotos dejan en su tumba.
Cuando se pretendió reducir sus restos, 56
años después de haber sido sepultada en el cementerio de Melo -el 8 se
setiembre del año 1906- su cuerpo permanecía intacto. Desde entonces es destino
obligado de turistas y creyentes que la consideran la "Niña
Milagrosa".
Cada 60 días deben limpiar su sepulcro
debido a la gran cantidad de ofrendas. Deportistas y estudiantes, enfermos o
personas afectadas por el "mal de amores" son quienes más agradecen
favores, según se puede leer en las decenas de placas colgadas en el sepulcro
de María Amelia.
Hay quienes agradecen sus milagros
entregándole muletas, libros, dinero y hasta joyas. Las ofrendas de valor son
colocadas por una ranura al costado de la lápida para impedir los robos.
En 1965 el cementerio era objeto de una
transformación debido a la construcción de los primeros nichos y panteones, por
lo que debieron desenterrar los cuerpos cuidadosamente para que los restos
fueran colocados en las nuevas estructuras, fue ahí cuando el funcionario Almir
Álvarez -que había ingresado hacía un año como empleado municipal- se encontró
con el cadáver de María Amelia. "Parecía una muñeca, como si su
fallecimiento hubiese ocurrido recientemente, estaba como embalsamada", dijo
aún admirado el funcionario, que hoy está jubilado.
El capataz del cementerio, "Venancio
Liencres -ya desaparecido-, mandó parar esa tarde toda la actividad y volver a
tapar el cuerpo y dejarlo en ese lugar ya que no se podía reducir porque estaba
entera y nosotros estábamos preparados para desenterrar huesos y no personas
como momificadas", recuerda Álvarez. "Nunca me voy a olvidar; la niña
tenía las uñas largas e intactas, piel blanca, su cabellera le llegaba hasta la
mitad del cuerpo, como que le siguiese creciendo a pesar de los años que estaba
enterrada", aseguró. "Me quedé helado y pedí que me sacaran de
allí", confió.
Los testigos del episodio fueron varios: los
siete funcionarios de la necrópolis, los reducidores, que ofrecían sus
servicios para lavar, limpiar y colocar en las urnas los huesos.
"La niña vivía en una zona rural y
habría fallecido a los dos años", comentó el funcionario. Hace 34 años
dejó de existir su tía que vivía en Melo, pero nadie nunca supo si existen o no
otros descendientes.
"Sus milagros, según muestran los
agradecimientos y las ofrendas, comenzaron a verse recién en la década de
1980", dijeron los actuales funcionarios del cementerio de Melo.
Hace 10 años la administración departamental
de gobierno construyó una ermita para cubrir su tumba.
"MILAGROS". "Mi hija vivió
gracias a María Amelia", dijo Martín, padre de una niña que hoy tiene 11
años y que rezaba en la tumba: "Yo ya había perdido dos hijos porque mi
señora tenía problemas en los embarazos y cuando nació mi hija tuvo serios problemas
y María Amelia oyó mi oración y aquí le traigo algunas ropas de cuando mi hija
era chica y esta maceta con flores; es la santa de Melo".
Alba de 62 años, estaba hincada y rezaba en
silencio, al terminar su oración dijo que "el cuerpito de esa niña sigue
allí para hacer milagros" y ella dice que todo lo que tiene se lo agradece
a Amelia.
En las ofrendas se puede leer una copia del
título de un médico, un coche de bebé, un par de muletas, un yeso de una
persona que seguramente resultó fracturada pero lo que más resalta es la gran
cantidad de juguetes, muñecas, mamaderas y golosinas que niños le dejan.
"A nadie le ha dado el coraje para
volver a abrir su tumba y creo que no lo van a hacer nunca", dijo Álvarez.
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