jueves, 9 de febrero de 2012

"Este pa' Dios está verde"

Continuamos recorriendo el Departamento de Soriano. Luego de haber conocido, a Doña Celestina Conde nos dirijimos a la ciudad de Mercedes para conocer un personajes popular de esta ciudad.



La leyenda dice más o menos sa sí...

(...) Personaje extraño y místico vestido con túnica y manto a la usanza de Jesús de Nazareth, con su pelo negro y rizado y su abultada barba, que nosotros, los chicos de entonces seguíamos embelesados por su rareza, como otros lo hacían en son de mofa.
   Así, con esa sencillez de vestimenta y descalzo, lo pude ver en más de una oportunidad caminando por las calles de Montevideo, predicando "su" Cristianismo, muy distinto al que se impartía según las directivas dictadas desde el Vaticano.
   Apoyado por una información que me llegó vía Internet, donde pude extractar varios datos que me ayudaron a presentar estas vivencias de un personaje que en su momento fue noticia, es que lo recuerdo para los "veteranos" que lo deben de haber conocido, visto, o sabido de él, pero fundamentalmente, lo hago para las personas más jóvenes, que quizás no habían tenido la oportunidad de conocer que, en el Uruguay, también habíamos tenido a un "Hijo de Dios".
   El profesor Manuel Santos Pírez, estudioso de su vida, manifiesta en un reportaje que se le hiciera en el diarioEl País de Montevideo, que el famoso Dios Verde se llamaba José Salles y era hijo de una acomodada familia de Canelones, aunque pasó sus últimos 40 años viviendo en la ciudad de Mercedes, lugar donde murió en el año 1970, a los 90 años de edad.
   Luego de haber cursado estudios como sacerdote en el Seminario de Montevideo y después en el de Salto, en forma abrupta y sin aparente razón, pasó de ser un devoto de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a un acérrimo crítico de la misma, convirtiéndose el Papa en su principal enemigo, razón que lo llevó a fundar la Iglesia Cristiana-Judía-Uruguaya, luego de su participación en la guerra civil española, donde había concurrido "por un compromiso personal". Sin embargo, en España solo estuvo 40 días, de los cuales 37 los pasó como prisionero del ejército franquista. De esa experiencia, fue de donde salió convencido que "Dios lo había elegido para difundir su palabra".
   Su imagen y su doctrina eran interpretadas de infinidad de maneras, según la sensibilidad y la creencia de cada uno. Apostólico para los espiritualistas; vago para los aferrados a las "buenas costumbres". Para muchos era un genio; para otros un delirante erudito. Para la policía no era más que un "vagabundo sin oficio conocido", razón por la que fue detenido más de 160 veces.
   Su vida pasó dentro de las estrecheces a conciencia buscadas, como forma de demostrar su convencida doctrina de correcto seguidor de Jesucristo. Vivía en una casilla de tres metros cuadrados, sin cama y con solo un calentador como único lujo.
   Los seguidores de su discurso decían que "sus enseñanzas mezclaban el Nuevo y el Viejo Testamento con una suerte de anarquismo mesiánico, junto a las doctrinas propias del liberalismo anticlerical de moda a principios del siglo XX". Por eso, muchos sostenían que en su juventud, había sido un protegido de Don José Batlle y Ordóñez. Lo único cierto de esa pretendida relación, eran las simpatías declaradas del Dios Verde hacia las ideas rectoras de la ideología batllista. El mismo decía a todo el mundo que "Batlle estaba más cerca de Dios que las razones de los sacerdotes". Por eso, el predicador solía repartir entre la gente copias de una poesía escrita por José Batlle y Ordóñez en su juventud, llamada "Como se ama a Dios", en la cual se ataca a los traficantes del templo y a los réprobos.
   Para que se tenga una verdadera visión del pensamiento de José Salles, del frustrado sacerdote, del Dios Verde, es interesante lo que expresa en 1962 en la revista Reporter, ante un reportaje que se le realizara: "Los enemigos de la iglesia están dentro de ésta. Cristo nos manda andar descalzos y tener una sola túnica. ¿Cómo es posible entonces que la testa triplemente coronada del Papa y su oro y sus millones representen en la tierra las enseñanzas del Dios de los humildes y humillados? En nuestro mundo existen hoy demasiados miserables y hambrientos. Los discípulos de Cristo no debemos tener bienes terrenales, debemos regalarlos a quienes más lo necesitan."
   Esos pensamientos reflejaban toda su existencia, porque vivía de acuerdo a esos preceptos. Para algunos, no eran otra cosa que poco o ningún deseo de convertirse en un trabajador o simplemente porque era un loco. Sin embargo, él creía que era el hijo de Dios y por eso cuando la gente le daba pan o comida, casi enseguida salía a repartirla entre los pobres. Varias familias le daban cosas y dinero, tanto porque creían en él, como por simple ayuda caritativa.
   No obstante, al morir, no quedaron seguidores de su credo y solo fue acompañado por un puñado de mercedarios. Después de todo, lo único que el Dios Verde deseaba para sí cuando su Dios requiriera su presencia, era morirse con lo puesto.
   "Para adorar a Dios -dijo tiempo antes de morir- esto es suficiente. ¿Puede existir un refugio más hermoso que el cielo mismo, o adornos más gratos a Dios que este paisaje?"
   Como corolario de esta vida tan especial y tan a su manera devota, no vemos mejor forma de homenajearlo que transcribiendo el verso de José Batlle y Ordóñez que, en una faceta desconocida por los más, fue tan apreciado por José Salles, que hasta le sirvió de apoyo o quizás hasta de inspiración en su credo, razón de que lo promoviera en cada oportunidad que podía...

Escrito por:
Ernesto Pablo Martínez Battaglino

  

CÓMO SE ADORA A DIOS
 
Oh!... no se adora a dios como el precito
Traficante del templo,
Con palabras vacías de sentido
Y ademanes extraños que provocan
La risa y el desprecio.

Se adora a dios en la abstracción profunda
Que aclara el pensamiento,
Siguiendo en su carrera al infusorio
O pesando los mundos admirables
Que ruedan en el cielo.

Se adora a dios con el cincel de Fidias
Que admira el Universo,
Con la brocha inmortal de Miguel Ángel,
Con las sublimes notas de Rossini,
Con los cantos de Homero.

Se adora a dios en el hogar modesto
De la austera familia,
En el beso de amor de los esposos
Y de la madre que columpia al hijo
En las tiernas caricias.
Se adora a dios al inclinar la frente
Sobre la tierra inculta,
Rasgando sus ropajes de esmeralda
Para incubar en sus entrañas tibias
La semilla fecunda.

Se adora a dios bebiendo la cicuta
Como el sabio de Atenas,
O ascendiendo a la cumbre del calvario
Para rendir la vida en holocausto
Al triunfo de una idea.

Se adora a dios con la cabeza erguida
En el medio del combate,
Arreciando las iras del protervo
Y hundiendo a los imperios en el polvo
Con su hueste execrable...

Oh!... no se adora a dios como el precito
Traficante del templo,
Con palabras vacías de sentido
Y ademanes extraños que provocan
La risa y el desprecio...

José Batlle y Ordóñez












No hay comentarios:

Publicar un comentario